Mascaradas de Invierno. Los Cirigüelos de El Real de San Vicente

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Las mascaradas de invierno acuden a su tradicional cita a comienzos de año en muchos rincones de las antiguas Tierras de Talavera

Entramos en el nuevo año y nos encontramos ante un período de tiempo en el cual en diferentes puntos de la geografía española se celebran unas singulares tradiciones denominadas como «mascaradas». Estas hunden sus raíces en tiempos muy pretéritos, posiblemente prerromanos, y están completamente ligadas al ciclo que marca la naturaleza, siendo en este caso el paso del invierno y la apertura de un nuevo año el que condiciona estas celebraciones hasta la llegada del Carnaval. Se podría decir que son unas costumbres que guardan en sí la esencia más antigua de las localidades en las que se llevan a cabo, extendiéndose por toda la geografía española y europea.

Muchos son los estudios que se han realizado sobre las mascaradas de invierno e infinitas su variedades y tipos, recogidas en varios trabajos de índole local, regional o nacional como Mascaradas de la Península Ibérica (2013) o Mascaradas de Castilla y León (2012), además de mantener su estudio y divulgación en las redes sociales :https://twitter.com/FolkloreToleda1 . Desde el oriente europeo hasta el Atlántico podemos encontrar la presencia de dichas celebraciones, cada una con sus aportes, variantes y nomenclatura, pero donde podemos localizar algunos nexos y características comunes en su rito, representación y significado.

La mascarada que analizamos en este texto de forma breve es la conocida como «Los Cirigüelos» de El Real de San Vicente, que se celebra el día de San Sebastián (20 de enero), recientemente recuperada, y que ha sido poco estudiada en profundidad.

Descripción de «Los Cirigüelos» y su rito

Desde hace no muchos años la localidad de El Real de San Vicente (Sierra de San Vicente, Toledo) ha recuperado una tradición ancestral que se pierde en la noche de los tiempos, en el recuerdo de sus habitantes y generaciones. Pasadas las festividades navideñas y llegados los duros días de invierno de enero, donde la luz va abriéndose camino día a día y el frío lo condiciona todo, se pone en marcha esta singular celebración de inicio del año, la cual está protagonizada por una serie de personajes muy singulares: los Cirigüelos como tal, protagonistas indiscutibles del acto, acompañados de otros como La Hilandera y La Maravaca.

Siguiendo la descripción de la asociación ADCT de El Real de San Vicente, con base en la recuperación de la tradición llevada a cabo por la Asociación de Jubilados «Santos Mártires» de la misma localidad, y otras fuentes documentales (1), el refranero nos presenta esta costumbre como la primera que se celebra en el municipio con la entrada del nuevo año: el 20 de enero, San Sebastián el primero, reza el refrán. Los «Cirigüelos» se presentan en un número total de 8, tradicionalmente personificados por los quintos de ese año, aunque actualmente son los miembros de la asociación de jubilados los que toman el rol de dichos personajes por no participar ninguno de los mozos. Su atuendo se compone de pantalón negro, blusón blanco con encajes y puntillas, dos bandoleras de esquilas cruzadas en forma de aspas y varios pañuelos de vistosos colores en la cabeza. De su cintura cuelgan cuatro enormes cencerros o «zumbas», dos delante y dos detrás; Si estás dentro de casa y oyes los cencerros a tu puerta sonar, no te asustes son Los Cirigüelos de San Sebastián. Además, solían portar dos faltriqueras, utilizadas para guardar aquellos presentes que recibían cuando iban pidiendo de casa en casa.

De la otra parte encontramos al personaje de la «Hilandera», bien diferenciada por su vestimenta, ya que tradicionalmente era un quinto disfrazado de mujer, que porta un huso y una rueca en representación del oficio de la misma. Por último, junto a esta última, aparece «La Maravaca», un personaje que se viste de pastor, el cual lleva una caracola que toca incesantemente y un horquillo en su otra mano.

El acto representa un enfrentamiento entre Los Cirigüelos por un lado, y la Maravaca y la Hilandera por otro. Dentro de un círculo imaginario se sitúan estos dos últimos, los cuales deberán defenderse de los embistes de los primeros, quienes intentan levantar la falda a la Hilandera y conseguir un beso de la misma, siendo la Maravaca quien, con un horquillo y en su defensa, intenta quitar los pañuelos de la cabeza a Los Cirigüelos. Por este motivo, estos singulares personajes portan dos o más pañuelos en la cabeza, lo que les permite realizar el intento varias veces. Si los Cirigüelos pierden esta indumentaria, ya no pueden intentar acosar a la Hilandera.

El acto termina cuando se vence definitivamente a la Maravaca, personaje al cual tradicionalmente se le situaba encima de una mesa y se le echaba vino por el cuello en alusión a su muerte o derrota. Llegado este momento, también se realizan los conocidos como «dichos» de San Sebastián o versos que se lanzan de manera grotesca en forma de burla sobre situaciones, acontecimientos o individuos de la sociedad local que merecen ser contados.

Posible origen de Los Cirigüelos

La ausencia de fuentes específicas sobre «Los Cirigüelos» nos lleva a establecer ciertos paralelismos con otras celebraciones de otras localidades cercanas y con características similares, lo que nos puede aclarar un poco el origen de dicha tradición `por mantener varias particularidades comunes en su rito, indumentaria y significado.

Primeramente, hemos destacado que dicha tradición se celebra el día de San Sebastián, el 20 de enero. El culto a este santo tomó mucha importancia a finales del siglo XV y principios del siglo XVI como protector frente a las epidemias de peste que asolaban Europa por entonces. De hecho, la cofradía de San Sebastián de El Real de San Vicente es una de las más antiguas de la comarca, conservándose sus ordenanzas datadas en el año 1532. En la comarca de la Sierra de San Vicente, San Sebastián, es un santo muy venerado debido al gran número de ermitas e imágenes depositadas en las iglesias de la zona. Por ejemplo, la ermita de San Sebastián de Almendral de la Cañada ya es mencionada a comienzos del siglo XVII, y hay constancia de otras en Navamorcuende, Buenaventura, Hinojosa de San Vicente y San Román de los Montes, así como en lugares cercanos como Higuera, Fresnedilla o Montesclaros (2).

Durante la festividad de San Sebastián, a parte del culto y procesión al santo, también se celebraba lo que se conoce como «La Vaquilla», que todavía está presente en la cercanas localidades de Segurilla y Mejorada, donde igualmente existe el personaje del «Cirigüelo» para ésta última, asociado a su «Soldadesca» y las «Ánimas Benditas» (3). Tanto la «Soldadesca» y la petición por las ánimas benditas también se mantiene como tradición en El Real de San Vicente durante el mes de enero hasta la llegada del Carnaval. Encontramos otro paralelismo en la vecina localidad de Cervera de los Montes, donde también los quintos son denominados como «Cirigüelos» y portan alabardas, típico signo de las soldadescas de enero, y tizones de fuego (3a). Además, la «Vaquilla», junto a la Hilandera, también aparecen en la localidad de Fresnedillas de la Oliva (Madrid) para ese mismo día de San Sebastián. Durante la fiesta de la «Vaquilla» los quintos solían correr las calles disfrazados con pieles de animales, cubriéndose el rostro con una máscara y, a veces, portando cuernos de toro o macho cabrío. Además, se acompañan de grandes cencerros, haciéndolos sonar por las calles de la localidad en lo que se conocen como «cencerradas» y que en la localidad de la Sierra de San Vicente de Castillo de Bayuela se intentaron recuperar hace unos años (3b).

Cirigüelo de Mejorada
(foto: ObjetivoTradición)

Se establece que el culto a San Sebastián llegó a la península ibérica en época visigoda y muchas de las celebraciones que se realizaban en las conocidas como «calendas de enero» romanas se cristianizaron y pasaron a celebrarse en este día dedicado al santo, en una suerte de sincretismo religioso. En las calendas de enero dedicadas al dios romano Jano aparecían también comparsas de hombres disfrazados, muchos de ellos de forma grotesca, donde destacaban el papel que tenían los individuos vestidos de Hilanderas, en clara representación del mito de Ariadna. Jano era el dios de las dos caras, que mira hacia el pasado y hacia el futuro, el de los comienzos y finales simbolizados en el cambio de año , acompañado de las Hilanderas, tres «moiras» que se ocupan de entretejer el hilo de la existencia humana y de su temporalidad, de su existencia(3c). Las Hilanderas, actualmente, también aparecen en las mascaradas conocidas como Perros de San Sebastián de Santa Ana de Pusa (Toledo), donde también el hombre se disfraza de mujer, igualmente que ocurre en «Los Cirigüelos» de El Real de San Vicente, además de encontrárnosla presente en la citada fiesta de la Vaquilla de Fresnedilla de la Oliva (Madrid).

Dichas representaciones cristianizadas, y dado el jolgorio que causaban, fueron denunciadas por la iglesia católica, ya que se sabe que el disfraz de Hilandera molestaba mucho a los conocidos como padres de la Iglesia. San Isidoro de Sevilla establecía que:

Instituyó la Iglesia el ayuno de las calendas de Enero a causa de un error propio de la gentilidad. Fue Jano cierto príncipe de los paganos, por el que se ha dado el nombre al mes de enero y al que los hombres inexpertos, honrándole como a un dios, otorgaron honores religiosos y le consagraron un día con fiestas suntuosas y regocijos. Así los míseros hombres y lo que es peor, los mismos fieles, durante ese día, adquiriendo monstruosas apariencias, se disfrazan a manera de fieras, otros toman aspecto mujeril, afeminando el suyo propio…hacen gritería y danzan…y la turba de depauperado espíritu se excita con el vino .

Otro ejemplo más tardío se dio en el concilio de Toledo del año 1473, donde se condenaba que durante la Navidad se realizaran espectáculos grotescos y se portaran máscaras (4). Los «zamarraches» de la cercana localidad de Casavieja llegaron a prohibirse para el día de San Sebastián, pasando a celebrarse el día de San Blas (3 de febrero), cuando el obispo de Ávila hizo una visita pastoral a dicha localidad en 1731. En esta localidad, los que participan también son los quintos del pueblo, que se cuelgan tres cencerros y un gorro cónico recubierto de cintas de vistosos colores, aunque portan en su indumentaria una sábana blanca. Su actuación está ligada a la vida pastoril, buscando una purificación del campo y de los ganados al hacer sonar sus cencerros y el nombre de los mismos hace referencia a «mamarrachos» (5). Los cencerros y su sonido, del mismo modo que los portan «Los Cirigüelos», son un elemento de purificación, destinado a ahuyentar simbólicamente a los malos espíritus.

De hecho, encontramos similitudes en los nombres que reciben estas mismas tradiciones en localidades cercanas como los «Morraches» de Malpica del Tajo, declarada recientemente Fiesta de Interés Turístico Regional(6); los «Muharraches» de Parrillas»; los «Marraches» de Los Navalucillos o los «Moharraches» de Navahermosa. En la cercana localidad de Pelahustán también existían los «moharraches», que salían el día de San Blas, como hemos citado también para Casavieja, y que recitaban unos dichos o coplas descritos como llaman ystoria y se acompañan de defectos y faltas ridículas que solía haber entre  marido y mujer y otras personas, expresando el nombre de éstas y los lances y circunstancias que entre año pasaban (7); o los «machurreros» de Pedro Bernardo. En la cercana localidad de la Iglesuela del Tiétar esta tradición toma el nombre de «Jumbarraches» en clara similitud morfológica de la palabra con las anteriores de la zona del río Pusa y sur de Gredos, saliendo también los quintos el día de San Sebastián y portando disfraces de pieles de ganado y cencerros para asustar a los más pequeños. (7b).

Todas estas tradiciones pueden situarse geográficamente en la zona de influencia de las antiguas tierras abulenses de repoblación, que llegaban hasta la comarca de la Jara y el norte de Extremadura, y en conjunto en la zona de influencia astur-leonesa, lo que nos brinda unas tradiciones enmarcadas en la zona de antigua presencia céltica.

Esto nos ha llevado a investigar el origen etimológico que puede tener la palabra «Cirigüelo», ya que la morfología de la misma nada tiene que ver con las definiciones anteriores para la misma tradición. Parece lógico descartar la referencia que nos lleva a la palabra utilizada en Colombia que hace referencia a jiriguelo o firiguelo, que procede de la lengua amerindia o sáliba que define a una especie de cuclillo americano (8). Pero también existe la voz judihuelo que se deriva del sufijo despectivo «huelo» y «judío», es decir, una forma despectiva de llamar a alguien del que se tiene sospecha de que es judío o que lo es (9) y que puede enlazar con la denominación de «judiadas» como acto de afrenta o burlesco.

Esta definición de judihuelo es recogida en los diccionarios del Tesoro Lexicográfico de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) y procede de “iudihuelo”. La referencia más antigua es la que aparece en el diccionario Percival de 1551 haciendo alusión a un frijol, pero en el diccionario Sobrino de 1705 ya se muestra la definición de “pequeño judío”. Más tarde, en el diccionario Bluteau  del año 1721, aparece como “judiguelo” y, en la Academia de Autoridades  de 1734, se dice que “ahora se usa y se dice por desprecio de cualquier Judío, o que tiene sospecha de serlo”.

Por otra parte, consideramos más acertado si atendemos al diccionario Sobrino del año 1705, donde el significado de «Ciruelo» nos lleva a la definición de “miembro viril”. En el diccionario de Terreros y Pando del año 1786 la palabra “ciruelo”, aparte de designar al fruto o el árbol del mismo nombre, hace referencia a una voz jocosa que significa lo mismo que “bárbaro” o “majadero”. En el Salvá del año 1846 hace referencia a un hombre “inútil” y “rudo”, “necio” o “incapaz” según el Diccionario de la Academia Usal de 1884, lo que nos conduce al mismo significado que «mamarracho». Por lo tanto, tanto «Cirigüelo» como las diferentes formas recogidas de «muharraches», «marraches» o «morraches», pueden significar lo mismo: mamarracho, persona estrafalaria, ridícula o que actúa de forma extraña, grotesca. Pero existen más coincidencias. Atendiendo a los cencerros que portan los «Cirigüelos», la palabra «badajo» -que es un parte del mismo- es definida también por la RAE en su tercera acepción como «persona habladora, tonta y necia».

Después del Concilio de Trento, a finales del siglo XVI, debido a una mayor observancia de la vida religiosa católica, y las costumbres y las persistencias de ritos paganos, se intentó acabar con esta tradición en la que los mozos abusaban del anonimato y el jolgorio, lo que les permitía ir disfrazados a las procesiones del día San Sebasti´án, es decir, haciendo «mojigangas» y «judiadas». Hay constancia de la prohibición de dichos desvíos en las localidades de Almendral de la Cañada y Navamorcuende para que dichos mozos no acudieran a las procesiones de San Sebastián disfrazados e interrumpiendo dicho culto (10).

Pero, hemos hecho referencia a los orígenes de los Cirigüelos y la Hilandera, aunque nos queda el personaje de La Maravaca, del cual no existen referencias o no hemos podido encontrar nada parecido en otras mascaradas de San Sebastián hasta el momento. Acudiendo al significado etimológico tampoco nos permite llegar a ninguna conclusión, aunque dividiendo la palabra en dos y cogiendo la última partícula, vaca, hace referencia a un hombre o mujer flojo, perezoso, término tomado del arábigo vaca, que significa llorar, como hacen de ordinario los pusilámines. Esta voz era usada en Aragón según el Diccionario de Autoridades del año 1726.

Conclusiones

Expuesto lo anterior podemos llegar a la conclusión de que la celebración de los Cirigüelos mantiene las características de una mascarada de invierno, un rito pagano en el que se han perdido ciertas particularidades que tiene con otras celebraciones similares en la que los quintos se disfrazaban de animales. Simboliza el cambio de año tal y como se hacía en las calendas de enero romanas, en un ritual de purificación en el que se intenta limpiar todo aquello malo del año saliente (simbolizado por La Hilandera) y la renovación (simbolizada por Los Cirigüelos ). De ahí que los quintos sean muchas veces los que asuman el papel de los animales o seres grotescos, «mamarrachos», «necios» o «tontos», buscando la fertilidad que llevará a un nuevo año natural, muchas veces representada en el acto de mojar con botas de vino e intentando acabar con aquel que defiende lo viejo y lo caduco, es decir, La Maravaca.

Los Cirigüelos pueden ser definidos como una botarga puesto que han perdidos sus máscaras y cuernos, pero mantienen la cencerrada y la mojiganga, lo que puede apuntar a ser personajes llamados «danzantes», ya que su número de ocho coincide con el de muchas tradiciones de danzantes de otros puntos de Castilla y León, además de por su indumentaria basada en el aporte de colores vivos en la cabeza con sus pañuelos.

Pese al haber perdido algunos de sus atributos, la tradición de muchas mascaradas de portar cuernos no conduce al culto celta del dios Cernunno, asociado a la fertilidad, la flora y la fauna (11), romanizado por las calendas de enero, y que posteriormente fue prohibido o modificado por el primer cristianismo como se ha expuesto. Su prohibición como fiesta pagana, ligada al culto del cambio de ciclo de la naturaleza, coincide geográficamente con otras representaciones de la zona de influencia celta europea. La iglesia intentó erradicar la mezcla de lo profano con lo sagrado en el día de San Sebastián, pero su persistencia ha llegado hasta el día de hoy en multitud de celebraciones. De hecho, en la vecina localidad de Hinojosa de San Vicente, todavía se celebran los conocidos como «maricos», en el día siguiente de San Sebastián, momento en el que algunos vecinos del pueblo se disfrazan y portan máscaras en un acto grotesco que Julio Sánchez Gil denomina también como mojiganga.

Por lo tanto, es posible que nos encontremos ante la tradición y celebración mas antigua de El Real de San Vicente (Toledo).

Por David Morales, Oficina de Información y Turismo de la Sierra de San Vicente

Referencias

1.http://asociacionelpielago.blogspot.com/2011/01/ciriguelos-2011.html; Bellido Ruiz, J. y Morales Díaz, D., El Real de San Vicente. Trescientos noventa años de vida serrana, 2021, pp. 156-159.

2. Sánchez Gil, J. «La devoción de San Sebastián en la Sierra de San Vicente», en Aguasal, 52, 2012, pp. 14-16.

3. http://objetivotradicion.blogspot.com/2015/02/el-ciriguelo-y-la-soldadesca-de-mejorada.html

3a. Testimonio de Laura Jerónimo Olalla de Cervera de los Montes.

3b «Qué se nos va San Sebastián», Aguasal, 5, 1986, p.3.

3c Fernádez Guerrero, O. «Cronos y las moiras. Lecturas de le temporalidad en la Mitología Griega», en Pensamiento, vol. 70, 2014, 263, p. 309 y 315

4. Calvo Brioso, B., Máscaras de Castilla y León. Tiempo de Fiesta, JCYL, 2012, p. 47.

5. Ibid., p. 48 y 132.

6. Talavera Almendro, A. El Estado de Valdepusa y Malpica, Ende, 2016.

7. Martinez Gil, F. y  Rodríguez González, A. , en William A. Christian (ed.), La Fiesta en el mundo hispánico, UCLM, 2004, p. 294.

7b. M.R., «Gaiteros toledanos y otras gaitas», Revista de Folklore, 426, 2017, p. 64.; y Asociación Cultural El Covachón, Aguasal, 37, 2006, p.11.

8. Borrás Dalmau, L. , Los artículos lexicográficos de zoónimos en diccionarios españoles de lengua general, Vol I, (Tesis Doctoral), Universidad Pompeu Fabra, 2004, p. 82

9. Montes Giraldo, José Joaquín, “Contribuición a una bibiografía de los estudios del Español en Colombia, en Thesaurus, Vol 1, 3 (1965), p. 451.

10. Ibid, Sánchez Gil.

11. Reboreda Morillo, S. y Castro Pérez, L. «Cernunnos y sus antecedentes orientales», AnMurica, 19-20, 2003-2004, p. 147.

One response

  1. Excente articulo que sirve para ilustrarnos de una tradicion que tuvo gran importancia en nuestra comarca y en los pueblos abulenses del entorno del rio Tietar.

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